Una Nueva Borikén

Hoy quiero hablar sobre una nación. Una nación que, por más de 150 años desde su reafirmación como tal, ha resistido los embates de dos imperios. Una nación que va más allá de las fronteras geográficas que demarca ese archipiélago que sus miembros denominan "la isla". Quiero hablar sobre mi nación, Borikén.

Esta nación está formada por seres que se denominan boricuas. Estos seres que, cuando están fuera de su archipiélago, saben distinguir las diferencias, muchas veces marcadas, entre los elementos que forman su identidad nacional y la de seres de las naciones en que habitan. A los boricuas en la diáspora sólo nos basta escuchar hablar a un compatriota desconocido para soltar la pregunta "Boricua, ¿verdad?" e iniciar una larga conversación-- que normalmente comienza con "¿De qué pueblo?". Sabemos qué esperar de nuestros compatriotas. No dudamos en darnos la mano- o incluso un beso- cada día que nos vemos. No vacilamos en ofrecer nuestra ayuda, nuestro consejo, incluso nuestra crítica, sin que nos lo pidan. Incluso sabemos que esa broma, ese decir que sería visto con mal gusto por miembros de otras naciones, será bienvenida por los de la nuestra. Esa tolerancia discreta que nos distingue y que- aunque nos ha perjudicado al tenernos sometidos a la voluntad de otra nación- nos hace más fuertes al buscar soluciones diplomáticas a los conflictos. Las naciones sobrepasan las fronteras humanas.

Una nación de más de ocho millones de miembros, no puede fácilmente desaparecer. Se requiere demasiada asimilación e integración a otras culturas; procesos que han sido difíciles de completarse dado el alto grado de identificación cultural que ha trascendido generaciones, a pesar de los intentos de las fuerzas invasoras de imponer su cultura- incluso con la enseñanza forzosa del idioma inglés a principios del Siglo XX. A pesar del avance en las comunicaciones, que ha difundido la nueva "cultura mundial", los boricuas se las han ingeniado para preservar su identidad pese al Facebook y al Whatsapp; haciendo uso de las redes se sigue fomentando el uso del idioma español, recetas criollas y movimientos libertadores.

La historia de la Nación Boricua está llena de abusos de poder y contradicciones. Los abusos del coloniaje han llevado a nuestro archipiélago, en lo político y económico, al punto del colapso. Cientos de miles de boricuas hemos emigrado hacia los EE.UU. en busca de oportunidades de sobrevivencia- muchos con la idea de regresar "cuando la cosa mejore". Muchos de los que hemos continuado profesiones lucrativas acá en la diáspora hemos sido criticados por otros compatriotas por "venir a disfrutar de los beneficios de la estadidad" mientras luchamos por la liberación del archipiélago. Eso será tema de otra entrada; por el momento basta con decir que no hay mejor manera de convencerse de lo malo que sería la estadidad para nuestro archipiélago, que vivir acá bajo la estadidad; el hecho de que algunos "vivamos bien" no oculta el hecho de que millones de personas viven en los EE.UU. niveles altos de pobreza, incluso pasando hambre; millones de desamparados y cientos de miles de personas en quiebra por no poder pagar por la cura de sus enfermedades. La elección de Trump, junto a la posibilidad de mantenerse en el poder por un término más, es muestra de que vivimos acá en un imperio al punto del colapso. A eso le podemos añadir los millones de "americanos" que, viviendo en su propio país, luchan por la independencia de sus propios estados, entre ellos Texas y California.

Cualquier sondeo de opinión entre los boricuas sobre el estado del archipiélago, nos hará concluir que, como decimos los boricuas, "la cosa está bien mala". En el 1952, el gobierno de los Estados Unidos de América, haciendo uso de un modelo económico llamado "Estado Libre Asociado"- que estaba destinado al fracaso desde sus comienzos- disfrazaron ante las Naciones Unidas a la colonia como un país autónomo. El movimiento independentista, convencido del engaño y de las nefastas consecuencias que a largo plazo esto tendrían, lanzó una fuerte ofensiva que desató en violencia, muerte y el encarcelamiento de muchos compatriotas.

Como en toda colonia, comenzó una primera etapa de inversión y prosperidad pasajeras, que son producto del saqueo de recursos por parte del invasor. Es en esa etapa donde los incautos se convencen de que el estado actual de las cosas es mejor que cualquier otra alternativa. La miopía que produjo la temporera prosperidad del ELA en las décadas de los 60s y 70s opacó las luchas de movimientos libertadores de la época.

El saqueo de recursos de una colonia conlleva a la miseria y a la quiebra. Esa es una de las últimas etapas del coloniaje, y es la que se está viviendo ahora en el país. El desarrollo desmedido y desplanificado durante las etapas de crecimiento hizo daños inmensos a los cuerpos de agua a causa de la erosión, que será bien cuesta arriba y tomará décadas en reparar. La vulnerabilidad causada por el desplazamiento y aislamiento de comunidades menos aventajadas quedó de manifiesto en los estragos causados por el huracán María en el 2017.

En lo económico, un modelo fracasado creó una economía de dependencia que se agravó tras la derogación de la Sección 936 del Código de Rentas Internas de los EE.UU., quitando los incentivos que mantenían la inversión extranjera (es su mayoría empresas de los EE.UU.) y mantenían cientos de miles empleos para la clase trabajadora. Aunque las 936 eran una fuente importante de empleo en el país (y el principal motor de la economía), no fueron suficientes para llevar al empleo pleno, llevando al propio gobierno del ELA a ser uno de los principales empleadores del país. A esto se suman las políticas neoliberales de orden mundial (entre ellas las de Ronald Reagan y Margaret Thatcher), que contaminaron la política local con exenciones contributivas a las grandes corporaciones y a las clases pudientes, teniendo como consecuencia la creación de déficits presupuestarios- y la acumulación de una deuda pública que, a todas luces, es impagable.

En lo social, da vergüenza admitir que somos el tercer país con mayor desigualdad económica en el mundo; siendo los principales problemas de el país: el desempleo, la pobreza, la falta de acceso a servicios de salud de calidad y el trasiego de drogas. Problemas que, por más de 60 años, dos partidos políticos han prometido resolver; pero en su lugar se han mantenido alargando mediante su alternancia en el poder a causa del bipartidismo (a lo "USA") - restando así las posibilidades de una tercera alternativa política que aglutine fuerzas para ofrecer soluciones verdaderas e implementables.

El "modelo americano" no funciona. Más de 70 años de historia post-guerra de EE.UU. han demostrado que tratar la salud como un negocio, criminalizar la drogadiccción mediante el prohibicionismo y elevar un supuesto derecho constitucional a la posesión de armamentos por encima del derecho a la seguridad colectiva, han causado más muertes que la propia guerra. Las políticas neoliberales que eximen a las clases privilegiadas del pago de impuestos y mueven la carga contributiva a los trabajadores, ha exacerbado la misera y la desigualdad en este país.

Los independentistas teníamos la razón ... pero no es hora de hacer alardes, sino de buscar soluciones. Porque creemos firmemente que una Nueva Borikén sí es posible. Una Nueva Borikén donde el bipartidismo sea cosa del pasado y, al igual que muchos países europeos, haya más representación de intereses diversos mediante un sistema parlamentario multipartidista, que a su vez elija un Primer Ministro que rinda cuentas a los que representan al país. Un sistema que le dé al pueblo el poder revocatorio cada dos años. Un sistema de salud universal donde la salud sea un derecho y la medicina deje de ser un negocio para convertirse en un mecanismo sanador y de mantenimiento de trabajadores saludables. Un país donde se despenalice la drogadicción y se trate como un asunto médico; donde los recursos utilizados en criminalización de las drogas se utilice en programas de rehabilitación y prevención. Un país que pueda escoger con cuáles otros países colaborará para lograr un mundo de mayor justicia, seguridad y equidad para la humanidad. Un sistema educativo integral, que forme individuos con conciencia colectiva y no individual; que pongan al bien común por encima del enriquecimiento propio- y, por supuesto, que enseñe sobre la historia de nuestros héroes y mártires, porque una nación que no conoce a sus héroes nunca será capaz de formar hombres y mujeres valientes dispuestos a combatir a la injusticia y a defender con honor a la patria.

Lo anterior nunca será posible bajo la estadidad, y menos bajo la colonia. Los que queremos una Nueva Borikén, estamos convencidos que la única alternativa para lograrla, es la independencia. Por otro lado, reconocemos que han sido más de cien años de colonia de los cuales no será fácil recuperarse, y que se han dado procesos de asimilación e integración que será bien cuesta arriba de revertir- siendo el mayor ejemplo los millones de boricuas que viven y se han condicionado a vivir en los EE.UU. Cualquier movimiento libertador no puede ignorar a estos compatriotas, que, al igual que los que viven en el archipiélago, han sido víctimas del coloniaje. Los independentistas debemos considerar seriamente un proyecto de soberanía, seguido por una Republica Asociada que abra el camino hacia la independencia. Este proyecto contaría con el apoyo de la mayoría del liderato político del país, y aglutinaría fuerzas políticas en camino a nuestra liberación; a la vez que buscaría un consenso para decidir hacia dónde regir los destinos de la Nación Boricua.


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