Energía

Uno de los principios más elementales de la fiísica es la llamada "Ley de Conservación de la Energía", la cual establece que "la energía no se crea, ni se destruye, sino que se transforma". En términos simples: la energía no sale de la nada; hay que "pagar un precio" por obtenerla de algún lugar que la perderá. De ahí que, por ejemplo, enfriar un cuarto con aire acondicionado, para nuesto comfort, gasta energía obtenida de una fuente tal como una planta generatriz.

Este principio aplica tambíén a los seres humanos. Todas nuestras actividades, incluso respirar y pensar, consumen energía, la cual obtenemos, en su mayoría, mediante el consumo de alimentos. Esta energía típicamente se mide en calorías; y un déficit calórico, resultado del consumo de energía mayor al insumo, tendrá como efecto la obtención de energía de la grasa corporal, llevando a la pérdida de peso. De la misma forma, un superávit calórico resultará en aumento de peso que, de no controlarse, lleva a la obesidad.

Lo anteriormente expuesto exalta la importancia para los seres humanos en decidir en qué invertir sus energías-- ya que la misma, como diría un físico, es "finita". Y sorprende, al examinar el comportamiento de los seres humanos modernos, en cuánta energía se desperdicia en actividades inútiles, que perpetúan la desigualdad, la ignorancia y el estancamiento en las relaciones interpersonales.

Para probar lo anterior, sólo basta en ver las expresiones manifestadas en la actividad de las redes sociales y los medios electrónicos en general. Es sorprendente ver cómo hay personas que invierten tanta energía en iniciar y mantener un argumento estéril-- ya sea sobre la fama o infamia de una figura pública, sobre cómo viste o desviste y a quién quiere o dejó de querer. Si sumamos toda esa energía consumida nos percatamos de cuántos niños hambrientos pudiésemos alimentar, cuántas casas pudiésemos construír, cuántos enfermos pudiésemos curar de enfermedades perfectamente curables. Cuántos litros de agua pudiésemos limpiar de la contaminación causada por el consumo desmedido y la falta de acción por parte de los gobiernos y sus sociedades en establecer límites e implementar reglas de empaque de bienes. Cuántas horas pudiésemos dedicar a educar a los demás seres humanos de que un mejor mundo es posible si dejamos el teclado para caminar en la protesta, para movilizar a los demás en organizarse políticamente para evitar que los dueños del capital sigan dictando la pauta.

Lo anterior también ocurre a nivel individual. Cuántas personas invierten sus energías en culpar a los demás, en encontrar defectos en los demás para así no tener que invertir sus energías en hacer una instrospección que descubra sus propios defectos y sus responsabilidades.

¡Qué mundo hermoso nos espera, si aprendemos a invertir nuestra energía!


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