Después de la renuncia

La Nación Boricua, esparcida por el globo terráqueo, urdió la monoestrellada y al unísono emitió un reclamo. El grito del pueblo, a través de doce días, nos reafirmó como nación y manifestó a un pueblo que, hasta hace poco silente, rugió para poner fin a décadas de enajenación, alternancia y pillaje de una clase política anacrónica. Esta clase política- sostenida por un bipartidismo que no da espacio a terceras opciones y descarta cualquier intento de pluralismo político, representación minoritaria y alianzas- se acostumbró a la docilidad del cordero, al fanatismo, costumbrismo y la apatía política.

Puerto Rico despertó. En esta lucha se manifestó el despliegue de nuestra bandera, siendo la mayoritaria junto a la de otros países que mostraron solidaridad con nuestras causas libertadoras; esto pese al reclamo de algunos sectores para urdir la bandera de EEUU- que fracasaron en su intento de "americanizar" nuestra lucha. Estos sectores ignoran que la presencia de la multiestrellada de las bandas rojas y  blancas representa más de un siglo de dominio colonial- una de las causas principales que nos trajo a donde estamos.

Nuestra manifestación como pueblo trajo consigo la renuncia del actual gobernador de la colonia, Ricardo Rosselló Nevares. Esto es sólo parte de los logros de este nuevo movimiento político que orgánicamente se va gestando. Logramos convencernos de que unidos podemos llevar nuestra patria a donde querramos; que el pueblo es soberano y es quien define los privilegios y limitaciones de una democracia; y que la partidocracia y cleptocracia estará sujeta, de ahora en adelante, al escrutinio del pueblo. Estos logros demandan una seria reflexión sobre el futuro que nos ampara- y cómo podemos aprovechar esta coyuntura histórica para el beneficio de las generaciones venideras.

La pregunta que debemos plantearnos es: después de la renuncia, ¿qué? Podemos entender que, después de doce días intensos de lucha en las calles, el cuerpo reclama un período de descanso, el cual podemos aprovechar para la reflexión. Esta reflexión demanda el análisis de los retos, riesgos y oportunidades que tenemos por delante. No debemos dejar que el triunfalismo nos ciegue y nos haga recaer en un nuevo letargo que nos lleva a la indeferencia- la que la clase política actual aprovechó por décadas para fomentar el pillaje, el favoritismo y la impunidad. Si queremos un verdadero cambio, es nuestro deber aprovechar el moméntum para organizarnos políticamente y hacer de esto un movimiento político libertador, que reafirme nuestra soberanía como pueblo y siente las bases para una nueva Borikén.

Es el momento de plantearnos metas a corto, mediano y largo plazo para que podamos declarar una verdadera victoria como pueblo. Este planteamiento debe reconocer los retos que aún nos quedan, entre ellos: (i) el bipartidismo, que aprovecha la paradoja de la participación y la polarización para afianzarse en el poder mediante la alternancia; (ii) la falta de transparencia, que deja que los políticos corruptos, en cotubernio con empresarios inescrupulosos, tomen decisiones de política pública en cuartos oscuros; y (iii) el coloniaje, que por más de un siglo nos ha sometido a la voluntad de otra nación, creando una economía de dependencia y limitando nuestra capacidad para establecer relaciones económicas con otras naciones.

Nada de lo anterior podrá vencerse sin soberanía. El pueblo debe entender que sólo siendo soberano estará en la posición de trazar su futuro, fuera de las limitaciones que impone el yugo colonial. Si nos unimos, al igual que lo hicimos para que "Ricky" renunciara, podremos reclamar frente a organismos como la ONU y ante el Congreso de EEUU nuestro derecho a la libre determinación (reconocido por el derecho internacional). Este derecho lo podremos ejercer escribiendo una Nueva Constitución (que supere a la actual por no estar sujeta a los poderes plenos del Congreso de EEUU) mediante una asamblea constituyente. Seguido de un período de transición que nos libere de las ataduras económicas que nos ha impuesto el coloniaje, podremos ser verdaderamente libres para decidir (mediante un referéndum) si queremos ser un estado incorporado a EEUU, una república asociada o una república soberana.

Mientras sigamos bajo el dominio colonial, todo ejercicio democrático estará circunscrito a una relación de dominio, por lo que no será un ejercicio libre. Aprovechemos el momento para liberarnos de todas estas ataduras.










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