Caridad vs. Avaricia

Recientemente visitamos al Ministerio de Granjeros Beth-El en Wimauma, Florida. Quedamos impresionados con el nivel tan alto de servicio comunitario, que va desde servicios dentales básicos, distribución de alimentos, servicios de cuidado diurno, hasta una escuela para hijos de granjeros inmigrantes. Definitivamente, Dios todavía nos habla a través de estos hermanos que practican el verdadero cristianismo basado en actos de generosidad y solidaridad con las causas justas.

De camino en el regreso, me puse a meditar sobre cómo la generosidad de muchos es un elemento necesario ante la avaricia de unos pocos. Ministerios como Beth-El son señal de un mal mayor, que se basa en la explotación del ser humano por el ser humano mismo, que data desde los días de la esclavitud encadenada, siguiendo por el feudalismo y llegando a la revolución industrial, que trajo un nuevo tipo de esclavitud sin cadenas: una esclatitud que se basa en la falsa escasez de bienes y la falsa escasez de trabajo. La miseria que causa esta esclavitud deja que "las fuerzas del mercado" se encarguen de dictar los precios de la mercancía y de la labor humana, que también se trata como una mercancía.

Muchos inmigrantes en los Estados Unidos de América son víctimas de una explotación que queda oculta detrás de las góndolas de los supermercados, detrás de la burbuja en que el sistema nos encierra junto a los "reality shows", noticias de moda y la alta tecnología. Son cientos los inmigrantes que madrugan cada día a buscar una oportunidad de trabajo en fincas, sin ninguna seguridad de trabajo, a merced de lo que aparezca y tener la suerte de ser "los elegidos" de un grupo cada vez mayor de seres humanos desplazados. Al igual que la mayoría de los que vivimos de un salario, son víctimas de una falsa escasez que está a merced de los grandes intereses y una clase burguesa que los sostiene.

Nada de lo que está motivando tanta generosidad, es necesario. Abunda la comida, los techos y los recursos humanos. Pero todo está en manos de una minoría que no la motiva otra cosa que no sea la avaricia, uno de los "Siete Pecados Capitales". Y mientras la riqueza sigue llamando a la propia riqueza en clubes sociales y recaudaciones para los líderes que dirigen al país, nos mantienen entretenidos en cosas efímeras; y crean leyes para evitar que el poder recaiga en la mayoría explotada mientras sostienen al estado represor de las luchas por una mejor distribución de la riqueza.

Mientras tanto, sigamos apoyando la caridad, sin dejar de denunciar los abusos y explotación que causan la avaricia.


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