Después de la renuncia
La Nación Boricua, esparcida por el globo terráqueo, urdió la monoestrellada y al unísono emitió un reclamo. El grito del pueblo, a través de doce días, nos reafirmó como nación y manifestó a un pueblo que, hasta hace poco silente, rugió para poner fin a décadas de enajenación, alternancia y pillaje de una clase política anacrónica. Esta clase política- sostenida por un bipartidismo que no da espacio a terceras opciones y descarta cualquier intento de pluralismo político, representación minoritaria y alianzas- se acostumbró a la docilidad del cordero, al fanatismo, costumbrismo y la apatía política. Puerto Rico despertó. En esta lucha se manifestó el despliegue de nuestra bandera, siendo la mayoritaria junto a la de otros países que mostraron solidaridad con nuestras causas libertadoras; esto pese al reclamo de algunos sectores para urdir la bandera de EEUU- que fracasaron en su intento de "americanizar" nuestra lucha. Estos sectores ignoran que la presencia de la multiestr